Crisis en Panamá: Realidad de un país intranquilo y desesperado.

Nuestra realidad nacional muestra un país intranquilo y desesperado, donde los sectores empresariales se hacen eco del  gran desasosiego existente debido a una economía tan golpeada, sin mencionar la inseguridad jurídica que permea en Panamá. La vida cotidiana de todos los panameños ha caído en un umbral de oscuridades, potenciadas por la inoperancia e incapacidad del gobierno de turno, el cual no genera políticas públicas eficaces, mismas que puedan resolver la enorme crisis que se cierne en cada rincón de nuestra República. 


Los efectos de todos los problemas acumulados en Panamá están siendo particularmente profundos, mayormente en aquellas familias que en la actualidad no cuentan con un empleo y no tienen acceso a los programas de ayudas sociales creados a raíz de la pandemia del Covid-19. Si bien la magnitud de las perturbaciones variará en función de la región, las vulnerabilidades se ven agravadas en sectores comarcales y poblados del interior, donde escasamente llegan dichas ayudas. Asimismo, la suspensión de las clases y las dificultades de acceso a los servicios primarios de atención de salud probablemente tengan repercusiones a largo plazo sobre el desarrollo todas estas personas.

Las perspectivas dan mucho que pensar, ya que es probable que la crisis deje cicatrices difíciles de borrar y que plantee complejos desafíos. La primera prioridad del gobierno debe ser abordar la emergencia en materia sanitaria y económica, sin embargo frente a esto la población percibe desconexión, falta de solidaridad e incapacidad. Yendo un poco más allá, el estado debe redoblar esfuerzos para lograr una recuperación económica sólida e impedir que más personas caigan en la pobreza y el desempleo.

Los grandes movimientos a nivel nacional de múltiples sindicatos organizados de trabajadores, maestros, grupos magisteriales y servidores públicos del sector salud, obligan al gobierno a tomar acciones concretas, en la cual deben proporcionar una respuesta rápida y oportuna en temas puntuales como el alto costo del combustible y derivados del petróleo, alto costo de la canasta básica, alto costo de la energía, desempleo, entre otros muy importantes para una población devastada por la pandemia del Covid-19, la corrupción y la mala gestión del gasto público percibida por todos los ciudadanos. 

Nuestra constitución demanda que quienes ostentan el poder provean no sólo leyes y políticas públicas capaces de crear condiciones económicas generadoras de cambio y paz. Además, deben motivar espacios de participación ciudadana, donde todos los sectores político – civiles sin presiones, puedan aportar ideas para el mejoramiento del país y bajar las tensiones existentes en este clima convulsionado.  

Panamá es un país de luchas, que ha derramado muchas lágrimas y sangre por nuestra soberanía y democracia participativa - no impositiva. Sin embargo, del gobierno depende se haga un golpe de timón y se logre disipar total o parcialmente la escalada de problemas que hoy por hoy aquejan a toda nuestra sociedad. 

Dios nos bendiga a todos y vuelva la paz a este gran País. 


Por: Eulises Gutiérrez

Estudiante Universitario


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