CIUDAD DE LA SALUD: Una deuda con la población panameña.
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| Foto: Diario Panamá América |
La Ciudad de la Salud es una magna obra que alberga instalaciones clínicas y quirúrgicas de la Caja del Seguro Social (CSS) y del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (Icges), incluyendo el Pediátrico de Alta Complejidad, Quirúrgico de Alta Complejidad, Clínico de Alta Complejidad, un hotel y otros. En mayo del 2012 bajo la administración del ex presidente Ricardo Martinelli se inició la construcción de la entonces llamada Ciudad Hospitalaria, un proyecto que costaba $500 millones promovido por la Caja de Seguro Social (CSS), misma que buscaba ampliar y modernizar un sistema de salud que no logra llenar las necesidades de una población que día a día exige una atención integral, óptima, eficaz y eficiente.
A su llegada al cargo, en julio de 2014, el ex presidente Juan Carlos Varela detuvo las obras de la Ciudad Hospitalaria, argumentando supuestas irregularidades dentro de la obra, pero lo que hoy nos queda claro es que sólo obedeció al odio mal sano, egoísmo y enanismo político que plagaba dicho gobierno, donde lo que más importaba no era el pueblo y sus necesidades sino las persecuciones políticas.
Gracias al mal manejo y la falta de visión, la ciudad de la Salud costará $999.8 millones, y los posibles daños y perjuicios derivados de la no ejecución de las obras en la construcción de la ciudad de la salud se deben únicamente, a la incapacidad y poco importa de quienes debieron continuar con la obra. Todo lo puesto en manifiesto ocurrió frente a la mirada de supuestos grupos de sociedad civil que alentaban cacerías políticas pero, no peleaban o hacían pronunciamientos por los malos manejos de una administración que olvidaba que su papel primordial era gestionar y trabajar en favor de un pueblo que los eligió para dar resultados y no excusas.
A casi 12 años de iniciada la obra, presenciamos su inauguración con un gobierno que poco hizo para agilizar su construcción, aminorar costos y sobre todo llevar a la justicia a quienes causaron tanto daño (daño social, moral y económico) al detener esta obra.
Mi solicitud a quienes hoy aspiran a gobernar este país, se centra en exigir que se trabaje por y para el pueblo que los elige. Las obras no son de ustedes y menos se hace con sus dineros, las obras obedecen a políticas públicas enfocadas en satisfacer las necesidades de un pueblo que agoniza por las injusticias sociales crecientes en una sociedad sin equidad.
¡DIOS BENDIGA A PANAMÁ!

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